Es posible que, en una época de tu vida, cuando eras más joven, comieras de todo, no te preocupases por la comida y tu peso se mantuviera sin ningún problema. Ese era tu peso natural y probablemente no te pesabas porque tu cuerpo mantenía el peso de forma automática. El cuerpo se autorregula, mantiene las constantes vitales dentro de unas horquillas o rangos y así sigue funcionando de manera óptima. A esto se le llama técnicamente homeostasis. El cerebro, desde el hipotálamo, autorregula el peso. Así cada persona tiene un peso natural que se mantiene dentro de un rango de fluctuación y que depende de la herencia genética. Cualquier cifra dentro de este rango es el peso natural.
Y ahora es cuando viene el problema. Si has hecho dieta alguna vez, es bastante probable que hayas tenido el efecto rebote y hayas recuperado el peso. ¿Por qué sucede esto? Los expertos explican que las dietas interfieren en el sistema natural de regulación del peso. «Tu organismo está diseñado para mantener el peso natural que genéticamente te corresponde y cuando haces una dieta porque tienes unos kilos de más, y bajas de peso rápidamente, el hipotálamo no sabe si es una dieta o una hambruna y reacciona para que recuperes el peso perdido y sobrevivas», declara Luis Navarro, Director de Navarro Clínica.
Cuando se hace una dieta, una serie de ajustes en el cuerpo hacen que se reduzca el metabolismo, es decir, que se consuma menos energía para mantener las funciones vitales del cuerpo, que se sienta irritabilidad y ansiedad por la comida, que se desee comer y que prácticamente no se pueda evitar. Es el efecto rebote. La fuerza de voluntad no logra vencer el mecanismo de supervivencia que se activa cuando se pierde peso rápidamente para que se recupere. «La alternativa para adelgazar es dejar las dietas, la mentalidad de dieta, el control sobre la comida, la obsesión por el peso y el rechazo al cuerpo y, progresivamente, conectar con el cuerpo y permitir que los mecanismos internos de hambre y saciedad nos guíen a la hora de comer y de parar de comer», afirma Navarro.
Como el cuerpo autorregula el peso automáticamente, ¿qué sucede cuando queremos manipular e influir en este mecanismo? La respuesta la encontró el doctor Ancel Benjamin Keys. En 1945 realizó un estudio en Minnesota, después publicado con el título 'Biology of Human Starvation', con 32 voluntarios que estaban en estado óptimo de salud. Durante seis meses estuvieron en un estado de semi hambruna con el objetivo de que perdiesen el 25 por ciento de su peso y para ello ingerían un promedio de 1.570 calorías diarias. Los cambios que observaron en los voluntarios, similares a los de las dietas:
El sistema de regulación del peso es muy eficiente. Una persona consume en un año un millón de calorías de promedio y mantiene el peso natural con una precisión del 99,5%. Si se multiplica esto por 70 años sin hacer dietas y manteniendo el peso natural, es un mecanismo asombrosamente sofisticado y preciso. Es un proceso automático, es como la respiración: funciona solo. (Según detalla Jeffrey M. Friedman, especialista en genética molecular en la Universidad Rockefeller de Nueva York, en su estudio 'Modern Science versus the Stigma of Obesity', publicado en Nature Medicine en 2004).
Las conclusiones del estudio constataron que al dar por acabada la semi hambruna de 1.570 calorías diarias, los participantes tenían una necesidad psicológica de comer todo lo que no habían podido y una necesidad física de recuperar el peso que perdieron con la dieta. Estas conclusiones han sido corroboradas por estudios posteriores.
Millones de personas han hecho dietas después del Minnesota Starvation Experiment desde 1945 y no hay ningún estudio científico, en 72 años, que muestre que las dietas permiten mantener los kilos adelgazados a largo plazo, salvo en una cantidad ínfima de personas.
El mayor estudio y más largo en el tiempo sobre este asunto, se realizó a partir de 1991, es el llamado Women's Health Initiative (Iniciativa de Salud de la Mujer). Más de 20.000 mujeres siguieron una dieta baja en grasa e ingerían un promedio de 360 calorías menos al día. Después de casi ocho años siguiendo esta dieta el peso seguía igual que al principio y además la grasa abdominal había aumentado.
Los Doctores Janet Polivy y Peter Herman, de la Universidad de Toronto, explican en su libro 'Breaking the Diet Habit', que cualquier dieta lleva al atracón, sin importar la personalidad, el carácter o el peso de la persona que hace la dieta. Y que cuanto más restrictiva sea la dieta, más intensos son los atracones. Describen la dieta como un muelle, cuanto más restrictiva sea la dieta más se aprieta el muelle, y al acabar la dieta, al soltarse finalmente el muelle, más intensos son los atracones.
Vía: Mujerhoy