La imagen de un ambiente en el cual se escucha el singular sonido de los cuencos tibetanos es de calma y paz. Y la imagen no es antojadiza; la tradición ancestral del oriente entrega al sonido de estos especiales aparatos un poder curativo que occidente está descubriendo de a poco.
Leonardo Apelbaum, terapeuta en sonoterapia, asegura que su especial sonido armoniza y equilibra el sistema nervioso, logrando disminuir y aliviar niveles de estrés alto e hipertensión.
También sanarían procesos de angustia, depresión, miedo, problemas de insomnio, concentración y en especial, se recomienda a personas muy mentales para conectarse con sus sentimientos y a quienes son hipersensibles, para comprender sus procesos personales y anímico. Además, el experto asegura que, mejora y alivia trastornos a nivel de articulaciones y huesos.
Hay cuencos de metales y de cuarzo. Los más conocidos son los tibetanos, forjados de manera artesanal, con una aleación de 7 metales: plata, oro, mercurio, estaño, plomo, cobre y hierro. Pero del Tíbet queda su nombre, misticismo y forma de manufacturación, ya que la mayoría de los cuencos son fabricados principalmente en Nepal e India.
Su origen es incierto. Según cuentan la historia, fueron los monjes tibetanos que, tras caer un meteorito, hicieron los primeros cuencos con esa aleación “planetaria”. Primero los usaron como recipientes para sus comidas, pero luego descubrieron sus poderosos sonidos y los incluyeron en sus ceremonias.
Se dice también que son más antiguos que el budismo y que habrían llegado por la ruta de la seda desde la China al Tíbet, donde se habrían construidos cuencos gigantes, hace ya más de 3500 años atrás. Aunque también está la teoría que una tribu de Mongolia llevaron los cuencos al Tíbet.
El poder de sus sonidos es descrito como sanadores por la conciencia e intención con que son elaborados. La leyenda, en ese aspecto, dice también que eran forjados en profundos estados meditativos.
De ahí nacería su uso en ritos ceremoniales, despertar de la conciencia y posteriormente, en la curación de desequilibrios a nivel físico, mental, emocional y espiritual.
“Su sonido tan mágico y particular se debe a esta combinación de metales, donde están las 7 notas musicales que activan, centran y armonizar los centros energéticos o chakras que posee el ser humano”, explica Leonardo Apelbaum, terapeuta vibracional y compositor de música para meditación y sanación (http://leoapelbaum.wordpress.com)
Los cuencos son frotados, percutidos con las manos o tocados con una baqueta de madera sola o cubierta con un pedazo de cuero, tela o lana. “Las notas que generan son armónicas, sutiles y de naturaleza sanadora, pero no todas son percibidas por el oído humano. Se ha descubierto que equilibran los hemisferios cerebrales, la mente y las emociones, generando estados alfas de concentración relajada y gran receptividad”, agrega.
Apelbaum afirma que “el sonido actúa como láser y agregamos en la sesión, el uso diapasones de metal. Para potenciar el efecto, se enseña al paciente a conectarse con su sonido personal, basado en su nombre y fecha de nacimiento”.
Los efectos descritos se lograrían por la vibración que emiten, la que actuaría por resonancia en el cuerpo de una persona o ambiente. Es decir, el sonido de los cuencos se dice que tiene la vibración más alta y que cualquier persona, animal o ambiente expuesto a ese sonido, por resonancia, termina después de un rato, vibrando en el nivel más alto que puede alcanzar y sintonizándose con las “energías del cosmos”.
“El sonido es una herramienta poderosa que nos conecta con el sonido del universo y con nuestro propio sonido, que nos permite encontrar nuestro espacio de silencio interno, paz, serenidad y alegría”.
La potencia de los cuencos de cuarzo radica en el hecho que existiría una significativa presencia de este elemento en las células del cuerpo, de acuerdo a lo que dice, Karla Lambert Contreras, asistente social con formación en terapias complementarias y que dicta talleres de cuencos de cuarzo ([email protected])
“Es por eso que las vibraciones de estos resuenan profundamente en nuestro interior y se produce una sintonía entre, las vibraciones del cuenco de cuarzo y el cuarzo que está presente en nuestro cuerpo físico, permitiendo así armonizar, equilibrar”, afirma.
Por otra parte, indica que el cuarzo es un mineral que posee una gran capacidad de transmitir, procesar y amplificar. Esta propiedad determinaría que los cuencos de cuarzo fueran poderosos instrumentos de sanación, que al igual que los cuencos tibetanos, son efectos son potenciados mediante las intenciones de amor y sanación de quien lo utilice.
Sin embargo, afectan de la misma manera que los “tibetanos”. “Al aumentar la velocidad de rotación de los átomos en el cuerpo físico, todo nuestro cuerpo comienza a elevar su vibración y así, se inicia un proceso de liberación, de desbloqueo en el plano físico”, detalla.
Por lo tanto, el uso de los cuencos tibetanos y de cuarzo servirá para complementar otras terapias y para potenciar cualquier técnica de meditación.