No siempre es fácil dirigirse al gimnasio después de la oficina. A veces, aunque estemos sentadas la mayor parte del día, resulta más cansado que entrenar para un maratón. Cuando la mente trabaja demasiado, el cuerpo lo resiente ya que generamos un cúmulo de energía que, al no soltarla, nos tensa y nos pone ansiosas (he ahí la importancia de hacer ejercicio), pero cuando el agotamiento es tal, no hay poder humano que nos haga movernos. ¿Se vale decir "hoy no tengo ganas de ir al gimnasio?" Sí, lo que no se puede es hacerlo una costumbre.
La semana pasada, la carga de trabajo estuvo muy intensa y sólo contaba las horas para llegar a casa, pero cuando recordaba que tenía que ir al gimnasio, el cuerpo pesaba más y más. ¿De verdad tengo que cubrir esas horas del reto? Sí, pero no por tener esta nota, sino por olvidarme de los chismes de Kim Kardashian y Kylie Jenner un rato y así liberarme del estrés acumulado del día.
Sé lo difícil que puede ser no pensar en llegar a casa, quitarte los zapatos y el sostén y tirarte en la cama, pero créanme que a la larga, van a preferir salir para ponerse un sostén deportivo y un par de tenis de correr. Dicen que se requiere de un mínimo de 21 días para crear un hábito pero hacer pausas y llenarte de excusas sólo saboteará tus buenas intenciones. Entonces, ¿cómo le hago cuando no tengo ni el más mínimo gramo de ganas de hacer ejercicio? Esta semana apliqué estos trucos:
1. Pensar en la dieta godín (oficinista): Mantener una dieta saludable cuando pasas tanto tiempo en la oficina es muy difícil, especialmente cuando se trata de no sucumbir ante la tentación de comer golosinas y chatarra. ¿Mi frase motivacional? "Karen, te acabas de comer una órden entera de _____ (inserte comida chatarra #1) y una bolsa de ______ (inserte comida chatarra #2) para rematar". No es que deban ir por la vida sintiéndose culpables de lo que comen o no, pero llenarte de basura durante el día y peor aún pasar de estar sentada todo el día a tirarte en la cama, no te dará buenos resultados.
2. Establece recompensas: piensa que después de hacer tu rutina podrás tener algo delicioso en tu poder. Claro, no se trata de sabotear el trabajo con malos hábitos, pero se vale pensar que saliendo del gimnasio podrás ir a tomarte ese café con una rebanada de pastel con tus amigass in culpa y con más gusto.
3. Renueva tu guardarropa: si lo tuyo es ir de compras, ya la hiciste. Olvídate de los pants aburridos y las playeras holgadas, lo de hoy es tener pantalones de licra con muchos colores, tenis y tops bonitos. La ropa deportiva puede ser más costosa que la ropa casual, pero comprarte uno o dos juegos te motivará para presumirlos en el gimnasio. Sí, justo esa semana fui por un top naranja fluorescente que me hace sentir que tengo abdomen de acero.
4. Mentalizate positivamente: si ya estás dentro del gimnasio, olvídate de esos pensamientos derrotistas. Cambia el "ya me quiero ir" por un "ni modo, ya estoy aquí. ¡A darle!". Estar pensando en modo negativo hará que el tiempo se te haga eterno y la culpa post huída te dará cruda a la mañana siguiente.
5. Cambia tu rutina: cuando vamos al gimnasio tendemos a llevar la misma rutina, por costumbre y por comodidad, pero a la larga se va volviendo algo tedioso. Yo prefiero tomar clases que someterme a los aparatos del gimnasio, pero de vez en cuando, hacer una sesión de caminadora puede ser muy energetizante (especialmente si tienes música). Además, el gimnasio ofrece muchas opciones para que trabajes diferentes partes del cuerpo, lo cual hará que te sientas motivada a seguir una nueva rutina.
Lo más importante es que tomes el ejercicio como algo que te hará bien, nunca lo veas como algo que "debes hacer". Nada de lo que hagas a la fuerza o de mala gana te traerá beneficios y sólo te atormentarás y estresarás más de la cuenta. Si te sientes desganada pero una parte de ti no quiere derrotarse, te alegrará saber que el ejercicio puede ayudarte a aumentar tu energía, pero si lo que tienes es fatiga por falta de sueño, lo mejor será que evites hacer ejercicios pesados. Recuerda que ante todo, debes acudir a un profesional para que te guíe.
Vía: NuevaMujer