1- Contra las enfermedades respiratorias
Adonina Tardón, de la Sociedad Española de Epidemiología (SEP) y profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo, se remonta al siglo XIX, cuando la tuberculosis hacía estragos, para explicar que "la relación aire puro y salud nos llega cuando se descubre que las bacterias de las enfermedades respiratorias transmisibles mueren al exponerse al sol. El aire mataba los bichos, y este argumento salió del campo de la medicina para cuajar en la sabiduría popular”.
2- Antídoto contra la miopía
Uno de los trabajos más curiosos tiene que ver con la vista y se ha realizado en la Universidad Sun Yat-sen, en Guangzhou (China). Allí, el equipo del doctor Mingguang He ha realizado un estudio para analizar si el incremento del número de horas en actividades al aire libre podría disminuir la incidencia de la miopía infantil, que está arrasando en Asia. Tras tres años de investigación, se comprobó que la enfermedad había seguido escalando posiciones entre los escolares que pasaban menos tiempo a la luz del sol. El 39% presentaba miopía, frente al 30 % de los que disfrutaron más horas en espacios abiertos.
3- Es bueno para el desarrollo del cerebro
La infantil es la población en la que más han puesto el foco los investigadores. Distintos estudios han ido demostrando los beneficios de que pasen el mayor tiempo posible en entornos naturales. Este año se ha publicado un trabajo español que informa de un vínculo entre la exposición a los espacios verdes en la escuela y el desarrollo cognitivo en los alumnos de primaria. El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y dirigido por dos investigadores del CREAL, Payam Dadvand y Jordi Sunyer, da un espaldarazo a algo que se creía cierto, pero sobre lo que apenas había evidencia disponible: el contacto con la naturaleza desempeña un papel insustituible en el desarrollo del cerebro.
Tras doce meses de pruebas en distintos colegios barceloneses, se demostró que, con zonas verdes, el desarrollo cognitivo mejora un 5%, especialmente en cuanto a la rapidez con que se procesa información sencilla y compleja. No solo mejora la cognición, también lo hacen otros parámetros como la presión arterial: según un estudio realizado por la Universidad de Coventry, en el Reino Unido, los niños que realizan ejercicio verde, es decir, en espacios abiertos, reducen su tensión arterial más que si lo hicieran en entornos cerrados.
4- Ayuda a recuperarse de operaciones médicas
Más allá de la población infantil, desde la década de los ochenta no dejan de sucederse estudios sobre la materia. Uno de los investigadores más relevantes, Roger Ulrich, experto en psicología ambiental de la Universidad Tecnológica Chalmers, en Gotemburgo (Suecia), lleva más de tres décadas realizando trabajos que demuestran los beneficios de la naturaleza sobre la salud. En uno de ellos, dividió a un grupo de pacientes que se estaban recuperando de una operación de vesícula en dos tipos de habitaciones: con vistas a árboles y a edificios. Y vio que los alojados en las primeras necesitaron menos analgésicos, fueron mejores pacientes y recibieron el alta tres días antes que quienes solo contemplaban antenas y tejados.
5- Combate el estrés y la depresión
Otro estudio de la década de los ochenta se encaminó a comprobar los efectos de las zonas verdes en los niveles de estrés. Para ello, sometió a un grupo de voluntarios a un muy estresante viaje virtual en coche; después, envió a la mitad a dar un paseo por un parque lleno de árboles, y la otra mitad los esperó dentro del edificio. En apenas tres minutos, la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la tensión muscular de quienes estaban en el parque habían bajado espectacularmente en comparación con los que se quedaron en el interior.
Nuestra salud mental y equilibrio emocional también agradecen los paseos por el campo, aseguran unos investigadores de la Universidad de Míchigan, en EE. UU. Sara Warber, una de las autoras, tras constatar, según ella, "la ausencia de estudios serios que confirmaran cómo caminar por la naturaleza repercute en el bienestar", emprendió un programa, Walking for Health, en el que participaron 2.000 voluntarios. Durante tres meses, la mitad de ellos dio paseos por espacios verdes y la otra mitad no. Transcurrido ese tiempo, Warber vio que los primeros tenían menos depresión y sensación de estrés y un mejor estado de ánimo. Y los más beneficiados fueron aquellos que habían sufrido recientemente un acontecimiento traumático en su vida, como un divorcio, la pérdida de un ser querido o una enfermedad grave. Por ello, Warber explica lo siguiente: "Algo tan sencillo como apuntarse a una actividad al aire libre puede ser un enfoque alternativo para tratar problemas emocionales como la depresión".